[ Pobierz całość w formacie PDF ]
//-->Su guardián1º Serie Multiautor Al filoHarper AllenSu guardián (2002)Título Original:Woman Most Wanted (2001)Serie Multiautor:1º Al filoEditorial:Harlequín IbéricaSello / Colección:Oro 20Género:Suspense románticoProtagonistas:Matt D'Angelo y Jenna MoonReeditado por Harlequín Ibérica en Intriga Edición Especial 46 (1.3.06)Argumento:El agente del FBI Matt D'Angelo siempre había actuado obedeciendo a lalógica, sin embargo, se encontraba rastreando las calles en busca de unamujer: Jenna Moon. Aunque era consciente de que había sido su falta deconfianza en ella lo que la había hecho huir, no podía negar que no podíaolvidarla. También sabía que la joven estaba en peligro. Una vez que laencontró y se convirtió en su guardián, empezó a cuestionarse su propiacordura… Jenna le hacía desear una vida que siempre se había negado, y sepreguntaba cómo sería tener a aquella dulce mujer junto a él para siempre.https://www.facebook.com/novelasgratisCapítulo 1La mujer llegaba tarde. Muy tarde.Pero a Matt D'Angelo no lo sorprendía. Por teléfono no le había dado laimpresión de que fuera el tipo de mujer que llevara encima algo tan práctico comoun reloj. Aunque, por otra parte, tampoco parecía de las que elegirían un barrio degraffitien las paredes y pisos pequeños y oscuros para vivir. Su voz le habíasuscitado otra imagen muy distinta.Le daría otra media hora. O una como máximo.Sabía que todavía podía llegar a Fenway Park antes de que empezara el partido,pero no pensaba seriamente en largarse. Como todos los hombres de Boston consangre en las venas, se tomaba en serio el béisbol, pero también su trabajo. Si la mujeraparecía, lo encontraría esperándola.Arrojó la entrada sobre la consola con un suspiro y abrió la puerta del coche.Antes de salir del todo, se fijó en una figura esbelta que avanzaba en su dirección amedia manzana de allí.No la había visto en su vida, pero estaba seguro de que se trataba de ella.Se apartó un mechón de pelo negro de la frente, se apoyó en el lateral del cochey entrecerró los ojos contra el sol de junio para observarla acercarse.Por el teléfono había hablado en voz baja, como si temiera que alguien la oyera,pero había un rastro de firmeza en el tono, que impedía que sonara demasiadosuave. Matt, consciente de que se registraban todas las llamadas que llegaban al FBI,se había limitado a preguntarle por qué quería ver a un agente.La mujer contestó que llamaba desde un teléfono público en un descanso deltrabajo, y que no podía extenderse en detalles y correr el riesgo de que la despidieranen su segundo día de empleo. Le dio la dirección de su apartamento, insistió en quela esperara allí después de las cinco y estaba a punto de colgar cuando él consiguióinterrumpir su monólogo.La hizo ver que sería agradable que pudiera reconocerla. Y la mujer adoptó untono contrariado, le dijo que se llamaba Jenna y que llevaría un vestido verde. Colgóantes de que él pudiera añadir nada más.Matt pensó que podía ser una lunática. Allí llamaba un cierto número deparanoicos o de abducidos por extraterrestres. A nadie le extrañaría que consideraraaquella llamada como un caso más de esos y se olvidara de ella; pero había decididoir a la cita para asegurarse de que cumplía con su deber.Y de todos modos, los Sox llevaban una temporada bastante deprimente.La observó avanzar hacia él. El vestido era verde, como le había dicho. Perohabía olvidado mencionar el cabello rojizo dorado que le caía hasta media espalda,las piernas largas que parecían interminables o el curioso sonido a campanillas deplata que llenaba el aire a medida que se acercaba.Escaneado por Corandra y corregido por SiraNº Paginas 2-103https://www.facebook.com/novelasgratisLlevaba una lata de comida de gato en la mano. Y parecía un ángel sensual.Matt sacó la chaqueta del coche y se la puso; se apretó con vigor el nudo de lacorbata y se preguntó qué diablos le pasaba. ¿Campanillas de plata? Tenía que dejarde saltarse la comida. Sacó la cartera que contenía su placa y un carnet que loidentificaba. Seguía oyendo aquel maldito sonido, como campanas de vientomovidas por una brisa de verano. Pero aunque lanzó una mirada furtiva al quitado,suponía un golpe importante para ella. ¿Qué diablos le ocurría al mundo cuando unamujer ya no podía volver segura a su casa a plena luz del día?—Nada importante.Habían llegado al edificio y, mientras él le sujetaba la puerta abierta, Jenna sacóun par de llaves sujetas a un cordón que llevaba colgado al cuello. Lo miró y sonriódébilmente.—Ciento cincuenta dólares. Era todo el dinero que tenía hasta que me paguen elviernes, pero Franklin siempre decía que el dinero es la propiedad menos valiosa delmundo. Y quizá el ladrón lo necesitara más que yo.Se sacó el cordón por la cabeza e intentó insertar la llave en la puerta de cristaldel vestíbulo, pero parecía costarle trabajo. Matt tendió la mano en silencio hacia lalata de comida de gato y la joven volvió de nuevo a su tarea, con el rostro oculto porla fabulosa mata de pelo rojizo dorado.—Franklin era mi padre. Nunca se fiaba de los bancos, aunque, por otra parte,nunca los necesitó mucho.Dejó caer las llaves con rabia.—No funciona —se apartó la masa de pelo de la cara y se volvió hacia él—.¿Por qué no funciona? ¿Es que hoy nada puede salir bien?Matt le tendió la lata, levantó las llaves del suelo de linóleo y probó la primeraen la cerradura.—Ésta seguramente será la llave de su apartamento —dijo—. Por eso no entra.La oyó respirar hondo a sus espaldas.Sus hermanas siempre tenían problemas con las llaves. Matt estaba convencidode que tenía algo que ver con el cromosoma XX, aunque la única vez que compartióesa teoría con Carmela, su hermana mayor, ésta le dio en la cabeza con su libro deFísica.Se enderezó molesto.—No funciona. ¿En qué piso vive el portero?Jenna le quitó las llaves y apretó un botón del portero automático.—No comprendo —dijo—. Esta mañana no he tenido problemas. He olvidadomi bono transporte y he tenido que volver a buscarlo.Llamó de nuevo en el portero automático y se volvió a él sin esperar respuesta.Escaneado por Corandra y corregido por SiraNº Paginas 3-103https://www.facebook.com/novelasgratis—No está en casa. Déjeme probar las llaves de nuevo. Los hombres siempretienen problemas con las llaves.—Créame… no funciona.Matt apretó el botón del portero con el pulgar y dejó el dedo allí. Esperaba quela información que tenía ella para el FBI valiera la pena. Al paso que iban, cuandoconsiguieran llegar a su apartamento, sería ya medianoche.Sintió una punzada de culpabilidad. Ella no tenía la culpa de haber llegadotarde. La habían atracado y dejado sin dinero. Y tenía razón… eso no sería lo másimportante. Sustituir documentación y tarjetas de crédito sería bastante máscomplicado.No era de extrañar que le costara mantener la calma.—¿Qué quiere, señor?El hombre que abrió la puerta tenía unos cincuenta años. Era más pequeño queMatt, pero parecía malhumorado. La camiseta blanca sucia que llevaba cubría elvientre de un bebedor habitual, y sus bíceps tatuados tenían aspecto de haberloservido bien durante décadas de refriegas en bares.Ni siquiera miró a Jenna; tenía los ojos fijos en Matt.—Si vende algo, tiene cinco segundos para salir de…—Señor West, mi llave no funciona —Jenna no parecía intimidada por él—.Cuando me mudé la semana pasada, me dijo que me haría una copia. ¿Puededármela esta noche y yo haré la copia mañana?El hombre se volvió hacia ella.—¿Y quién es usted, señora? ¿Qué pretende con esto? ¿Se está burlando de mí?Matt vigilaba al portero, dispuesto a intervenir si la hostilidad se le iba de lasmanos, pero sus palabras lo pillaron desprevenido. Vio la expresión atónita de Jennay se dio cuenta de que estaba tan sorprendida como él. Abrió mucho los ojos.—Soy Jenna, señor West. Jenna Moon, del 2B. ¿No se acuerda de que usted meayudó a meter mi futón y se le cayó en el pie? Y anoche le di una planta de aloe y ledije que podía curar cortes y quemaduras —soltó una risita vacilante—. Ustedpensaba arreglarme el grifo este fin de semana.—Estás loca, tesoro —West pasó la vista de ella a Matt y gruñó—: Saque a suchica de aquí antes de que llame a la policía.Empezó a cerrar la puerta del vestíbulo, pero Matt ya había tenido bastante. Seadelantó e introdujo el hombro y el brazo derechos por la apertura, con la placa y elcarné de identidad ya en la mano.—Yo soy la policía —dijo con severidad—. Y la señora es una inquilina suya.¿Por qué no empieza a cooperar un poco, amigo?Hubiera podido jurar que vio un relámpago de miedo en los ojos de West, peroaquélla era una reacción normal. Los hombres como él siempre tenían algo queocultar. Normalmente sus secretos no tenían nada que ver con el caso en cuestión,Escaneado por Corandra y corregido por SiraNº Paginas 4-103https://www.facebook.com/novelasgratispero en cuanto trataban con las autoridades, comenzaban a mentir de inmediato y nohabía forma de sacarles una respuesta sincera.West seguramente sería un borracho que había olvidado temporalmente a suúltima inquilina. Pero Jenna no necesitaba más problemas aquel día. Notó conresignación que había empezado a respirar hondo de nuevo.—Déjela entrar en su apartamento. Yo le firmaré por la llave si quiere algúntipo de recibo oficial —dijo.Empujó la puerta con fuerza y el otro retrocedió. Hizo una seña con la cabeza aJenna, que pasó delante de él hacia las escaleras que llevaban al segundo piso.—Mire, señor —West bajó la voz y miró a la joven, que subía ya las escaleras—.Estoy diciendo la verdad. Esa mujer no vive en el 2B ni en ningún otro piso de aquí.Si quiere, puedo demostrárselo.Su actitud había cambiado de la irritación a una especie de confidencia. Matt sepreguntó si sería posible que estuviera diciendo la verdad. Recordó su primeraimpresión de la joven por teléfono… su negativa a dar detalles sobre lo que deseaba.Y su reacción ante la pérdida del dinero no había sido normal. Frunció el ceño. Porotra parte, aquel portero era el tipo de persona capaz de montar algún engaño.—¡Hay alguien en mi apartamento! —la voz de Jenna sonaba ultrajada. Levantóla cabeza y la vio inclinada hacia la rendija de la puerta—. Hay luz. Yo no me hedejado ninguna luz encendida esta mañana.—Vale, se acabó —Matt miró sombrío al hombre que tenía delante—. Dejaráusted entrar a la señorita en su apartamento, y si descubrimos que falta algo, másvale que tenga una explicación clara.West soltó una carcajada carente de humor. Se frotó la mandíbula con unasonrisa.—Usted está tan loco como ella. Pero no quiero problemas con los federales —se encogió de hombros y echó a andar escaleras arriba, buscando en su cinturón lacolección de llaves que colgaban de un anillo de acero—. Vamos; veamos cómoexplica esto la señorita Lunática.Estaban ya lo bastante cerca para que Jenna oyera el último comentario, y laexpresión de sus ojos hizo pensar a Matt en un ciervo al que hubieran disparado sinavisar. Era evidente que confiaba en su portero. El agente sintió una punzada deirritación por su ingenuidad. ¿Dónde diablos había pasado la vida para estar tanpoco preparada para el mundo real? Debía tener veintitrés o veinticuatro años, ya noera una adolescente. Pero daba la impresión de que, hasta entonces, hubiera vividoen una utopía, donde no hubiera tenido que lidiar con la cara sórdida de la vida: eldinero, la violencia, la falta de honradez.—Use la maldita llave, West —dijo. El hombre había levantado el puño yllamaba a la puerta—. Acabemos con esto.Escaneado por Corandra y corregido por SiraNº Paginas 5-103 [ Pobierz całość w formacie PDF ]

  • zanotowane.pl
  • doc.pisz.pl
  • pdf.pisz.pl
  • amelia.pev.pl